Dhruva Maharaja: La historia de un niño determinado

Maitreya Rsi
(Extractos de los capítulos 8 y 9 del cuarto canto de la obra Srimad-Bhagavatam)
Una de las historias más conmovedoras e instructivas de la antigua India, ilustrada con bellísimas pinturas de diversos artistas occidentales. Emociónese con la jornada de un niño de cinco años que abandonó su hogar en busca del Señor.
El rey Uttanapada tenía dos reinas, Suniti y Suruci. El rey quería mucho más a Suruci; Suniti, que tenía un hijo llamado Dhruva, no era su favorita. Un día, el rey Uttanapada acariciaba a Uttama, el hijo de Suruci, que estaba sentado en su regazo. Dhruva Maharaja también trataba de subirse al regazo del rey, pero éste no le acogió con demasiado agrado.
Mientras el niño, Dhruva Maharaja, trataba de subirse al regazo de su padre, su madrastra, Suruci, sintió mucha envidia de él y comenzó a hablar con gran orgullo, de manera que también el rey pudiera oírla. La reina Suruci dijo a Dhruva Maharaja: “Mi querido niño, tú no mereces sentarte en el trono, ni en el regazo del rey. Es cierto que también eres hijo del rey, pero como no has nacido de mi vientre, no tienes derecho a sentarte en el regazo de tu padre. Mi querido niño, tú no sabes que no has nacido de mi vientre, sino de otra mujer. Por eso debes saber que lo que intentas está condenado al fracaso. Estás tratando de satisfacer un deseo imposible. Si de verdad deseas subir al trono del rey, tendrás que hacer grandes austeridades. Primero tendrás que satisfacer a Narayana, la Suprema Personalidad de Dios; después, cuando Él te haya favorecido debido a esa adoración, tendrás que nacer de nuevo, pero, esa vez, en mi vientre”.
Como una serpiente azuzada con un palo, Dhruva Maharaja, golpeado por las duras palabras de su madrastra, comenzó a resollar de ira. Cuando vio que su padre guardaba silencio y no protestaba, salió inmediatamente del palacio y fue a ver a su madre.

Dhruva Maharajaabandona el palacio tras la ofensa de su madre y el silencio de su padre.
Dhruva Maharaja llegó junto a su madre llorando, muy afligido y con los labios temblándole de ira. Nada más verle, la reina Suniti lo tomó en brazos y lo sentó en su regazo, mientras los residentes del palacio que habían escuchado las crueles palabras de Suruci le contaron en detalle lo sucedido. Esto sumió también a Suniti en un profundo dolor. El incidente era más de lo que Suniti podía soportar. Ardiendo de dolor, parecía una hoja quemada, lamentándose en medio de un incendio forestal. El recuerdo de las palabras de su coesposa llenó de lágrimas su brillante rostro de loto. En ese estado, comenzó a hablar.
Su respiración también se hizo muy pesada, y en realidad no sabía cómo solucionar aquella dolorosa situación. No encontrando ningún remedio, dijo a su hijo: “Querido hijo mío, nunca desees nada malo a los demás. Todo el que causa dolor a otros, tiene que sufrirlo también en su persona. Mi querido niño, todo lo que Suruci ha dicho es cierto, pues el rey, tu padre, no me considera esposa suya; para él soy menos que una sirvienta; se avergüenza de aceptarme. Por eso, es cierto que has nacido del vientre de una mujer desgraciada, y has crecido alimentándote de su pecho. Mi querido niño, aunque sus palabras hayan sido muy crueles, Suruci, tu madrastra, no ha dicho nada que no sea cierto. Por lo tanto, si de verdad deseas sentarte en el mismo trono que Uttama, tu hermanastro, tienes que abandonar tu actitud envidiosa, y poner en práctica enseguida las instrucciones que ella te ha dado. Sin perder más tiempo, debes ocuparte en adorar los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios. La Suprema Personalidad de Dios es tan grande que, por el simple hecho de adorar Sus pies de loto, tu bisabuelo, el Señor Brahma, adquirió las cualificaciones necesarias para crear este universo. Mi querido niño, tú también debes refugiarte en la Suprema Personalidad de Dios, que es muy bondadoso con Sus devotos. Las personas que buscan liberarse del ciclo de nacimientos y muertes, siempre se refugian en los pies de loto del Señor por medio del servicio devocional. Purificándote con la ejecución del deber que te corresponde, tienes que situar a la Suprema Personalidad de Dios en tu corazón y ocuparte siempre en Su servicio, sin desviarte ni por un momento.
Mi querido Dhruva, en lo que a mí respecta, no sé de nadie que pueda aliviar tu aflicción, a no ser la Suprema Personalidad de Dios, cuyos ojos son como pétalos de loto. El Señor Brahma y los numerosos semidioses siempre están buscando el placer de la diosa de la fortuna, pero ella, con una flor de loto en la mano, siempre está dispuesta a ofrecer su servicio al Señor Supremo”.
En verdad, la instrucción de Suniti, la madre de Dhruva Maharaja, estaba destinada a satisfacer el deseo del niño. Éste, después de considerarla cuidadosamente, y con inteligencia y determinación resuelta, se fue de la casa paterna.
Estas noticias llegaron a oídos del gran sabio Narada, quien, entendiendo las actividades de Dhruva Maharaja, estaba atónito. Dirigiéndose a Dhruva, le tocó la cabeza con la mano, que es supremamente virtuosa, y le habló con las siguientes palabras: “¡Qué maravillosos son los poderosos kshatriyas! No pueden tolerar ni la más leve ofensa contra su prestigio. ¡Hay que ver! Este niño no es más que un muchachito, pero las crueles palabras de su madre le han resultado insoportables”.
El gran sabio Narada dijo a Dhruva: “Mi querido muchacho, no eres más que un niño que está apegado a los juegos y otras frivolidades. ¿A qué viene que te afectes tanto por unas palabras contra tu honor? Mi querido Dhruva, aunque te sientas insultado en tu honor, no tienes motivo para estar contrariado. El proceso de la Suprema Personalidad de Dios es muy maravilloso. La persona inteligente debe aceptar ese proceso y sentirse satisfecha con las cosas favorables y desfavorables que Su voluntad suprema le depare. Ahora has decidido seguir la instrucción de tu madre y emprender el proceso místico de meditación para lograr la misericordia del Señor, pero, en mi opinión, esas austeridades no son para hombres corrientes. Satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios es muy difícil. Por esa razón, querido niño, mejor es que olvides ese empeño; no vas a tener éxito. Es mejor que te vayas a casa. Cuando crezcas, y por la misericordia del Señor, ya tendrás oportunidad de ocuparte en esas prácticas místicas.”
Dhruva Maharaja dijo: “Mi querido Señor Naradaji, has tenido la bondad de explicarme cómo alcanzar la paz de la mente, y ciertamente es una instrucción muy buena para aquellos cuyo corazón está perturbado por las condiciones materiales de felicidad y aflicción. Pero en lo que a mí respecta, estoy cubierto por la ignorancia, y esa clase de filosofía no me llega al corazón. Mi querido señor, soy muy insolente al no seguir tus instrucciones, pero no es culpa mía. Se debe a que nací en una familia kshatriya. Mi madrastra, Suruci, me ha traspasado el corazón con sus crueles palabras. Ésa es la razón de que tu valiosa enseñanza no llegue a mi corazón. ¡Oh, brahmana erudito!, quiero ocupar una posición más gloriosa que cualquier otra jamás alcanzada por nadie en los tres mundos, incluyendo a mi padre y abuelo. Yo te rogaría que, por favor, me aconsejases un sendero honesto que yo pudiera seguir para alcanzar el objetivo de mi vida”.
Narada Muni, la gran personalidad, después de haber escuchado las palabras de Dhruva Maharaja, sintió gran compasión por él, y para mostrarle su misericordia sin causa, le dio el siguiente consejo, fruto de la experiencia: “La instrucción de seguir el sendero del servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios que recibiste de tu madre, Suniti, es la adecuada para ti. Así pues, debes absorberte por completo en el servicio devocional del Señor. Mi querido niño, te deseo toda buena fortuna. Debes ir a la orilla del Yamuna, donde se encuentra el virtuoso bosque de Madhuvana, y allí, purificarte. Bastará con que vayas a ese lugar para que estés más cerca de la Suprema Personalidad de Dios, que siempre vive en él.

Narada Muni sintió gran compasión por Dhruva, y para mostrarle su misericordia sin causa, le dio varias instrucciones.
Mi querido niño, debes bañarte tres veces al día en el río Yamuna, que también recibe el nombre de Kalindi, pues sus aguas son muy auspiciosas, sagradas y claras. Después de bañarte, debes ejecutar los principios regulativos necesarios para el ashtanga-yoga y sentarte en tu asana [lugar de asiento] en una posición en que puedas mantenerte pacífico y sereno. Una vez estés sentado, practica los tres tipos de ejercicios respiratorios, y poco a poco pon el aire vital, la mente y los sentidos bajo control. Libérate por completo de la contaminación material, y con gran paciencia, medita en la Suprema Personalidad de Dios.
¡Oh, hijo del rey!, ahora te diré el mantra que hay que cantar en el curso de esta meditación. Quien canta ese mantra con atención durante siete noches, puede ver a los seres humanos perfectos que vuelan por el cielo. Om namo bhagavate vasudevaya. Éste es el mantra de doce sílabas para adorar al Señor Krishna. Se trata de instalar las formas físicas del Señor, y cantando este mantra, ofrecer flores, frutas y otras variedades de alimentos siguiendo al pie de la letra las reglas y regulaciones establecidas por las autoridades. Pero esto debe hacerse teniendo en cuenta el lugar, el momento, y las circunstancias favorables y desfavorables que puedan influir. Si te fuera posible, deberías ofrecer hojas de tulasi, que Le son muy queridas a la Suprema Personalidad de Dios.
Mi querido Dhruva, además de adorar a la Deidad y cantar el mantra tres veces al día, debes meditar en las trascendentales actividades de las diversas encarnaciones de la Suprema Personalidad de Dios, que por Su voluntad suprema Se manifiestan mediante Sus potencias personales. Con respecto a la adoración del Señor Supremo con los artículos prescritos, se deben seguir las huellas de los devotos que nos han precedido. Si esto no es posible, se debe adorar en el corazón, recitando el mantra a la Personalidad de Dios, que no es diferente del mantra.
Todo el que siga este proceso, ocupándose en el servicio devocional del Señor con la mente, el cuerpo y las palabras, demostrando seriedad y sinceridad, y estando fijo en las actividades de los métodos devocionales prescritos, recibirá la bendición del Señor conforme a sus deseos”.
Dhruva Maharaja, el hijo del rey, después de recibir estos consejos del gran sabio Narada, su maestro espiritual, caminó dando vueltas alrededor de él, y le ofreció reverencias con sumo respeto. A continuación, partió hacia Madhuvana, donde siempre se pueden ver las impresiones de las pisadas del Señor Krishna y que, por esa razón, es especialmente auspicioso.
Una vez que Dhruva se adentró en el bosque de Madhuvana para ejecutar servicio devocional, el gran sabio Narada juzgó prudente visitar al rey para ver cómo discurría su vida en palacio. Cuando Narada Muni se presentó allí, el rey le brindó la recepción adecuada, ofreciéndole sus reverencias. Después de recibir un cómodo asiento, Narada comenzó a hablar.
El gran sabio Narada preguntó: “Mi querido rey, tu rostro tiene un aspecto marchito, y pareces haber estado pensando en algo durante mucho tiempo. ¿Qué ocurre? ¿Has tenido dificultades en tu sendero de ritos religiosos, crecimiento económico y complacencia de los sentidos?”
El rey contestó: ¡Oh, tú, el mejor de los brahmanas!, yo estoy muy apegado a mi esposa, y he caído tan bajo que no hay en mí el menor rastro de misericordia, ni siquiera para mi hijo, que sólo tiene cinco años. A él y a su madre les he enviado al destierro a pesar de que es una gran alma y un gran devoto. ¡Ay! ¡Mira qué dominado estaba por mi esposa! ¡Imagina mi crueldad! Por amor y afecto, el niño quería subirse a mi regazo, pero no le acogí; ni por un momento hice ademán de acariciarle. Imagina la dureza de mi corazón”.
El gran sabio Narada respondió: “Mi querido rey, por favor, no te aflijas por tu hijo. La Suprema Personalidad de Dios le protege debidamente. En realidad, aunque no hayan llegado todavía a tus oídos, su fama y su influencia se extienden ya por todo el mundo. Mi querido rey, tu hijo es muy competente. Las actividades que va a realizar les serían imposibles incluso a grandes reyes y sabios. Dentro de poco, una vez que termine su tarea, regresará al hogar. Debes saber que, gracias a él, tu fama también se difundirá por todo el mundo”.
Después de escuchar los consejos de Narada Muni, el rey, Uttanapada, prácticamente abandonó todos los deberes relacionados con su reino, que era muy vasto y extenso, opulento como la diosa de la fortuna; a partir de entonces, sólo pensaba en su hijo Dhruva. Mientras tanto, Dhruva Maharaja, que había llegado a Madhuvana, se bañó en el río Yamuna, y con mucho cuidado y atención, ayunó toda la noche. Después, siguiendo el consejo del gran sabio Narada, se ocupó en adorar a la Suprema Personalidad de Dios.
Maitreya Rsi
(Extractos de los capítulos 8 y 9 del cuarto canto de la obra Srimad-Bhagavatam)
Una de las historias más conmovedoras e instructivas de la antigua India, ilustrada con bellísimas pinturas de diversos artistas occidentales. Emociónese con la jornada de un niño de cinco años que abandonó su hogar en busca del Señor.
El rey Uttanapada tenía dos reinas, Suniti y Suruci. El rey quería mucho más a Suruci; Suniti, que tenía un hijo llamado Dhruva, no era su favorita. Un día, el rey Uttanapada acariciaba a Uttama, el hijo de Suruci, que estaba sentado en su regazo. Dhruva Maharaja también trataba de subirse al regazo del rey, pero éste no le acogió con demasiado agrado.
Mientras el niño, Dhruva Maharaja, trataba de subirse al regazo de su padre, su madrastra, Suruci, sintió mucha envidia de él y comenzó a hablar con gran orgullo, de manera que también el rey pudiera oírla. La reina Suruci dijo a Dhruva Maharaja: “Mi querido niño, tú no mereces sentarte en el trono, ni en el regazo del rey. Es cierto que también eres hijo del rey, pero como no has nacido de mi vientre, no tienes derecho a sentarte en el regazo de tu padre. Mi querido niño, tú no sabes que no has nacido de mi vientre, sino de otra mujer. Por eso debes saber que lo que intentas está condenado al fracaso. Estás tratando de satisfacer un deseo imposible. Si de verdad deseas subir al trono del rey, tendrás que hacer grandes austeridades. Primero tendrás que satisfacer a Narayana, la Suprema Personalidad de Dios; después, cuando Él te haya favorecido debido a esa adoración, tendrás que nacer de nuevo, pero, esa vez, en mi vientre”.
Como una serpiente azuzada con un palo, Dhruva Maharaja, golpeado por las duras palabras de su madrastra, comenzó a resollar de ira. Cuando vio que su padre guardaba silencio y no protestaba, salió inmediatamente del palacio y fue a ver a su madre.
Dhruva Maharajaabandona el palacio tras la ofensa de su madre y el silencio de su padre.
Dhruva Maharaja llegó junto a su madre llorando, muy afligido y con los labios temblándole de ira. Nada más verle, la reina Suniti lo tomó en brazos y lo sentó en su regazo, mientras los residentes del palacio que habían escuchado las crueles palabras de Suruci le contaron en detalle lo sucedido. Esto sumió también a Suniti en un profundo dolor. El incidente era más de lo que Suniti podía soportar. Ardiendo de dolor, parecía una hoja quemada, lamentándose en medio de un incendio forestal. El recuerdo de las palabras de su coesposa llenó de lágrimas su brillante rostro de loto. En ese estado, comenzó a hablar.
Su respiración también se hizo muy pesada, y en realidad no sabía cómo solucionar aquella dolorosa situación. No encontrando ningún remedio, dijo a su hijo: “Querido hijo mío, nunca desees nada malo a los demás. Todo el que causa dolor a otros, tiene que sufrirlo también en su persona. Mi querido niño, todo lo que Suruci ha dicho es cierto, pues el rey, tu padre, no me considera esposa suya; para él soy menos que una sirvienta; se avergüenza de aceptarme. Por eso, es cierto que has nacido del vientre de una mujer desgraciada, y has crecido alimentándote de su pecho. Mi querido niño, aunque sus palabras hayan sido muy crueles, Suruci, tu madrastra, no ha dicho nada que no sea cierto. Por lo tanto, si de verdad deseas sentarte en el mismo trono que Uttama, tu hermanastro, tienes que abandonar tu actitud envidiosa, y poner en práctica enseguida las instrucciones que ella te ha dado. Sin perder más tiempo, debes ocuparte en adorar los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios. La Suprema Personalidad de Dios es tan grande que, por el simple hecho de adorar Sus pies de loto, tu bisabuelo, el Señor Brahma, adquirió las cualificaciones necesarias para crear este universo. Mi querido niño, tú también debes refugiarte en la Suprema Personalidad de Dios, que es muy bondadoso con Sus devotos. Las personas que buscan liberarse del ciclo de nacimientos y muertes, siempre se refugian en los pies de loto del Señor por medio del servicio devocional. Purificándote con la ejecución del deber que te corresponde, tienes que situar a la Suprema Personalidad de Dios en tu corazón y ocuparte siempre en Su servicio, sin desviarte ni por un momento.
Mi querido Dhruva, en lo que a mí respecta, no sé de nadie que pueda aliviar tu aflicción, a no ser la Suprema Personalidad de Dios, cuyos ojos son como pétalos de loto. El Señor Brahma y los numerosos semidioses siempre están buscando el placer de la diosa de la fortuna, pero ella, con una flor de loto en la mano, siempre está dispuesta a ofrecer su servicio al Señor Supremo”.
En verdad, la instrucción de Suniti, la madre de Dhruva Maharaja, estaba destinada a satisfacer el deseo del niño. Éste, después de considerarla cuidadosamente, y con inteligencia y determinación resuelta, se fue de la casa paterna.
Estas noticias llegaron a oídos del gran sabio Narada, quien, entendiendo las actividades de Dhruva Maharaja, estaba atónito. Dirigiéndose a Dhruva, le tocó la cabeza con la mano, que es supremamente virtuosa, y le habló con las siguientes palabras: “¡Qué maravillosos son los poderosos kshatriyas! No pueden tolerar ni la más leve ofensa contra su prestigio. ¡Hay que ver! Este niño no es más que un muchachito, pero las crueles palabras de su madre le han resultado insoportables”.
El gran sabio Narada dijo a Dhruva: “Mi querido muchacho, no eres más que un niño que está apegado a los juegos y otras frivolidades. ¿A qué viene que te afectes tanto por unas palabras contra tu honor? Mi querido Dhruva, aunque te sientas insultado en tu honor, no tienes motivo para estar contrariado. El proceso de la Suprema Personalidad de Dios es muy maravilloso. La persona inteligente debe aceptar ese proceso y sentirse satisfecha con las cosas favorables y desfavorables que Su voluntad suprema le depare. Ahora has decidido seguir la instrucción de tu madre y emprender el proceso místico de meditación para lograr la misericordia del Señor, pero, en mi opinión, esas austeridades no son para hombres corrientes. Satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios es muy difícil. Por esa razón, querido niño, mejor es que olvides ese empeño; no vas a tener éxito. Es mejor que te vayas a casa. Cuando crezcas, y por la misericordia del Señor, ya tendrás oportunidad de ocuparte en esas prácticas místicas.”
Dhruva Maharaja dijo: “Mi querido Señor Naradaji, has tenido la bondad de explicarme cómo alcanzar la paz de la mente, y ciertamente es una instrucción muy buena para aquellos cuyo corazón está perturbado por las condiciones materiales de felicidad y aflicción. Pero en lo que a mí respecta, estoy cubierto por la ignorancia, y esa clase de filosofía no me llega al corazón. Mi querido señor, soy muy insolente al no seguir tus instrucciones, pero no es culpa mía. Se debe a que nací en una familia kshatriya. Mi madrastra, Suruci, me ha traspasado el corazón con sus crueles palabras. Ésa es la razón de que tu valiosa enseñanza no llegue a mi corazón. ¡Oh, brahmana erudito!, quiero ocupar una posición más gloriosa que cualquier otra jamás alcanzada por nadie en los tres mundos, incluyendo a mi padre y abuelo. Yo te rogaría que, por favor, me aconsejases un sendero honesto que yo pudiera seguir para alcanzar el objetivo de mi vida”.
Narada Muni, la gran personalidad, después de haber escuchado las palabras de Dhruva Maharaja, sintió gran compasión por él, y para mostrarle su misericordia sin causa, le dio el siguiente consejo, fruto de la experiencia: “La instrucción de seguir el sendero del servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios que recibiste de tu madre, Suniti, es la adecuada para ti. Así pues, debes absorberte por completo en el servicio devocional del Señor. Mi querido niño, te deseo toda buena fortuna. Debes ir a la orilla del Yamuna, donde se encuentra el virtuoso bosque de Madhuvana, y allí, purificarte. Bastará con que vayas a ese lugar para que estés más cerca de la Suprema Personalidad de Dios, que siempre vive en él.
Narada Muni sintió gran compasión por Dhruva, y para mostrarle su misericordia sin causa, le dio varias instrucciones.
Mi querido niño, debes bañarte tres veces al día en el río Yamuna, que también recibe el nombre de Kalindi, pues sus aguas son muy auspiciosas, sagradas y claras. Después de bañarte, debes ejecutar los principios regulativos necesarios para el ashtanga-yoga y sentarte en tu asana [lugar de asiento] en una posición en que puedas mantenerte pacífico y sereno. Una vez estés sentado, practica los tres tipos de ejercicios respiratorios, y poco a poco pon el aire vital, la mente y los sentidos bajo control. Libérate por completo de la contaminación material, y con gran paciencia, medita en la Suprema Personalidad de Dios.
¡Oh, hijo del rey!, ahora te diré el mantra que hay que cantar en el curso de esta meditación. Quien canta ese mantra con atención durante siete noches, puede ver a los seres humanos perfectos que vuelan por el cielo. Om namo bhagavate vasudevaya. Éste es el mantra de doce sílabas para adorar al Señor Krishna. Se trata de instalar las formas físicas del Señor, y cantando este mantra, ofrecer flores, frutas y otras variedades de alimentos siguiendo al pie de la letra las reglas y regulaciones establecidas por las autoridades. Pero esto debe hacerse teniendo en cuenta el lugar, el momento, y las circunstancias favorables y desfavorables que puedan influir. Si te fuera posible, deberías ofrecer hojas de tulasi, que Le son muy queridas a la Suprema Personalidad de Dios.
Mi querido Dhruva, además de adorar a la Deidad y cantar el mantra tres veces al día, debes meditar en las trascendentales actividades de las diversas encarnaciones de la Suprema Personalidad de Dios, que por Su voluntad suprema Se manifiestan mediante Sus potencias personales. Con respecto a la adoración del Señor Supremo con los artículos prescritos, se deben seguir las huellas de los devotos que nos han precedido. Si esto no es posible, se debe adorar en el corazón, recitando el mantra a la Personalidad de Dios, que no es diferente del mantra.
Todo el que siga este proceso, ocupándose en el servicio devocional del Señor con la mente, el cuerpo y las palabras, demostrando seriedad y sinceridad, y estando fijo en las actividades de los métodos devocionales prescritos, recibirá la bendición del Señor conforme a sus deseos”.
Dhruva Maharaja, el hijo del rey, después de recibir estos consejos del gran sabio Narada, su maestro espiritual, caminó dando vueltas alrededor de él, y le ofreció reverencias con sumo respeto. A continuación, partió hacia Madhuvana, donde siempre se pueden ver las impresiones de las pisadas del Señor Krishna y que, por esa razón, es especialmente auspicioso.
Una vez que Dhruva se adentró en el bosque de Madhuvana para ejecutar servicio devocional, el gran sabio Narada juzgó prudente visitar al rey para ver cómo discurría su vida en palacio. Cuando Narada Muni se presentó allí, el rey le brindó la recepción adecuada, ofreciéndole sus reverencias. Después de recibir un cómodo asiento, Narada comenzó a hablar.
El gran sabio Narada preguntó: “Mi querido rey, tu rostro tiene un aspecto marchito, y pareces haber estado pensando en algo durante mucho tiempo. ¿Qué ocurre? ¿Has tenido dificultades en tu sendero de ritos religiosos, crecimiento económico y complacencia de los sentidos?”
El rey contestó: ¡Oh, tú, el mejor de los brahmanas!, yo estoy muy apegado a mi esposa, y he caído tan bajo que no hay en mí el menor rastro de misericordia, ni siquiera para mi hijo, que sólo tiene cinco años. A él y a su madre les he enviado al destierro a pesar de que es una gran alma y un gran devoto. ¡Ay! ¡Mira qué dominado estaba por mi esposa! ¡Imagina mi crueldad! Por amor y afecto, el niño quería subirse a mi regazo, pero no le acogí; ni por un momento hice ademán de acariciarle. Imagina la dureza de mi corazón”.
El gran sabio Narada respondió: “Mi querido rey, por favor, no te aflijas por tu hijo. La Suprema Personalidad de Dios le protege debidamente. En realidad, aunque no hayan llegado todavía a tus oídos, su fama y su influencia se extienden ya por todo el mundo. Mi querido rey, tu hijo es muy competente. Las actividades que va a realizar les serían imposibles incluso a grandes reyes y sabios. Dentro de poco, una vez que termine su tarea, regresará al hogar. Debes saber que, gracias a él, tu fama también se difundirá por todo el mundo”.
Después de escuchar los consejos de Narada Muni, el rey, Uttanapada, prácticamente abandonó todos los deberes relacionados con su reino, que era muy vasto y extenso, opulento como la diosa de la fortuna; a partir de entonces, sólo pensaba en su hijo Dhruva. Mientras tanto, Dhruva Maharaja, que había llegado a Madhuvana, se bañó en el río Yamuna, y con mucho cuidado y atención, ayunó toda la noche. Después, siguiendo el consejo del gran sabio Narada, se ocupó en adorar a la Suprema Personalidad de Dios.
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